Defendemos en primer lugar la independencia de clase como principio orientador de toda nuestra acción. Esto significa reconocer que esta sociedad está profundamente dividida en clases sociales: burgueses capitalistas, por una parte y proletarios por la otra. Los capitalistas son los patrones o los dueños de las fábricas, empresas, minas; son dueños del dinero y de las máquinas. Nosotros somos obreros, proletarios o trabajadores, para vivir debemos vender nuestra fuerza de trabajo a cambio de un salario. Los trabajadores creamos toda la riqueza existente pero esa riqueza es acumulada por unas cuantas familias en Chile (los grandes grupos económicos aliados con las empresas transnacionales); nuestros intereses son opuestos a los intereses de los patrones porque ellos quieren ganar cada día más a costa nuestra y por lo mismo nada bueno podemos esperar de sus organizaciones. Los patrones tienen el apoyo del gobierno, de los tribunales de justicia, de las FFAA y de Carabineros. Nosotros somos la mayoría del país pero el atraso en la conciencia de clase, la ausencia de organizaciones sindicales y políticas realmente combativas, nos hace aparecer como una clase débil condenada a obedecer y a engordar a los enemigos que nos explotan. Primer paso sólido para fortalecernos es reconocer nuestra común identidad de clase explotada, que forma su organización sindical y política en forma total y absolutamente independiente de sus enemigos de clase.
Defendemos la democracia obrera. Esto significa que todas las decisiones que tomen las organizaciones de trabajadores deben ser previamente debatidas y decididas por las bases sindicales. Que los dirigentes deben respeto a esas decisiones. Significa que rechazamos los acuerdos de cúpulas que se toman a espaldas de los trabajadores. No queremos burócratas sindicales ni burócratas políticos que siempre terminan traicionando los movimientos justos o que utilizan nuestras fuerzas para obtener privilegios personales o de grupos.
Defendemos la autonomía de las organizaciones de los trabajadores. Esto significa que mantendremos la independencia frente a los gobiernos, a las iglesias, a las Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) y frente a quien quiera instrumentalizar nuestra lucha. Cuando una organización de trabajadores recibe financiamiento del gobierno, de las Iglesias o de las ONGs pierde libertad de criterio y libertad de acción. Nuestras organizaciones deben defender el programa que libremente acordemos y deben realizar las acciones que nos parezcan necesarias sin intervención de organizaciones que tienen fines diferentes a nosotros.
Defendemos los métodos tradicionales de lucha obrera. Desconfiamos de las “mesas de diálogo” que sólo buscan destruir los movimientos que amenazan a los patrones o al gobierno. Necesitamos prensa obrera, realizaremos marchas, agitación en las fábricas, lugares de trabajo y en las calles en la perspectiva de llegar a la huelga general si ello es necesario.
Defendemos la solidaridad de clase sin fronteras nacionales. La Conferencia debe estar presente en las huelgas y en todo lugar en que existan trabajadores luchando. Los capitalistas y patrones se unen y no les importa la nacionalidad de sus socios. Los trabajadores somos explotados en todos los países capitalistas del mundo; muchos deben dejar su país buscando trabajo. Vemos en Chile a hermanos peruanos, argentinos, bolivianos trabajando en pésimas condiciones. Debemos entablar con ellos relaciones de solidaridad, juntos lucharemos para poner fin a la explotación y a la miseria.
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